viernes, 23 de octubre de 2015

La Decisión




Cada decisión se trata de vida y muerte.
Lleva a más o a menos vida.
En ese sentido, no es importante cuán grandes o cuán trascendentales sean nuestras decisiones.
Con relación a la vida y a la muerte, tienen el mismo alcance.
Aquel que demora o posterga una decisión, aquel que considere poder escapar de ella, se ha decidido, de la misma manera, por más o menos vida.
Muchas decisiones son tomadas con despreocupación, sin tener en cuenta su efecto en nuestra vida.
Si las evaluáramos en ese sentido, seríamos más cautelosos.
Una decisión pocas veces viene sola.
Implica más decisiones.
Sin embargo, la primera decisión es la que señala la dirección.
Por ejemplo, qué profesión escogemos o qué pareja elegimos para la vida.
La decisión básica siempre es la decisión de vivir y de vivir la propia vida plenamente.
Todas las decisiones que reducen o que prefieren algo por sobre esto acercan a la muerte, a menudo a la muerte prematura, al final prematuro.
¿Cómo tomamos la decisión correcta?
De cara a la muerte.
Podría ser nuestra última decisión.
¿Cuál es su efecto?
Esa decisión cuenta.
Cuenta para la vida.
Al mismo tiempo, después tomamos menos decisiones, solamente aquellas que cuentan.
Cuando otros deciden por nosotros, ¿para quién cuenta entonces?
Cuenta a favor de la vida de ellos, en contra de la vida nuestra.
Por lo tanto, en gran medida evitamos tomar decisiones por otros y quedamos con nuestra decisión, sea lo que fuere que otros quieran decidir por nosotros.
Por eso no es necesario que nuestra decisión sea una carga para nadie.
En ese sentido, ellos quedan liberados de nuestra decisión.
Más allá de esto hay una decisión que impera sobre nuestra vida, una decisión cuya dimensión permanece oculta para nosotros.
¿Debemos temerle o podemos confiar en ella?
Si permanecemos centrados, luego de un tiempo nos sentimos en sintonía con esa decisión y tomamos nuestras decisiones con confianza, también aquellas decisiones que significan una carga para otros.
Esa decisión cuenta, cuenta siempre.
Cuenta para la vida, para toda la vida, incluso más allá de esta vida.
Esa decisión es buena.

Bert Hellinguer


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