domingo, 31 de agosto de 2014

Nochebuena


En vísperas de Navidad, se quedó trabajando hasta muy tarde. Ya estaban sonando los cohetes, y empezaban los fuegos artificiales a iluminar el cielo, cuando Fernando decidió marcharse. 
En su casa lo esperaban para festejar.

Hizo una última recorrida por las salas, viendo si todo queda en orden, y en eso estaba cuando sintió que unos pasos lo seguían. 
Unos pasos de algodón; se volvió y descubrió que uno de los enfermitos le andaba atrás. 
En la penumbra lo reconoció. 
Era un niño que estaba solo. 
 Fernando reconoció su cara ya marcada por la muerte y esos ojos que pedían disculpas o quizá pedían permiso.

Fernando se acercó y el niño lo rozó con la mano:

-Decile a... -susurró el niño-

-Decile a alguien, que yo estoy aquí.



Fernando Silva dirige el hospital de niños en Managua.

Eduardo Galeano

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